
La mente occidental del siglo XIX asoció la tradición andina de este baile a cultos satánicos , siendo prohibida su práctica hasta principios del siglo XX. Recién a fines de los años sesenta se convirtió en un simbolo artístico y patrimonio cultural del Perú. Esta danza ha sido motivo de estudio en los círculos académicos como una práctica que establece continuidad con expresiones cultural de resistencia indígena del siglo XVI. El escritor José María Arguedas fue uno de los intelectuales que reivindicó esta expresión artística.
El baile se caracteriza por el mutuo desafío de dos danzantes que van creando figuras complicadas que cada uno debe superar a su turno. Debe su nombre al uso de dos piezas sueltas de tijeras. El choque interrumpido ede las dos partes produce sonidos parecidos a los de una campana pequeña. El ruido constante acompaña a los acrobáticos movimientos de los bailarines.
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