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martes, 4 de diciembre de 2007

Manifiesto de un toro detras del ruedo

Mi cuerpo, mi vida, mi sangre, mi sufrimiento, mi muerte. Espectáculo para los que pagan de 25 a 100 dólares una tarde dominguera de octubre, placer para un ataviado personaje que detesto, dolor para mi raza. No entiendo, si también soy un ser vivo.

He visto, cuando pequeño, cómo se llevaban a mi familia y a mis amigos a una plaza de no sé donde. Nunca los volví a ver, pero creo que seguiré sus pasos. Miradas sibilinas me trajeron a este lugar bullicioso. Creo que es la plaza de la que me hablaron. Tendré que presentarme en... cómo se llama...

... El Ruedo...

Ah sí, gracias. ¿Quién me respondió? Debe ser aquel que me limó los cachos hasta sangrar, o aquel que solo me da sal para lamer, o aquel que me untó vaselina en los ojos, o aquel que estuvo golpeándome con largas y filudas varas de madera, o aquel que me dio cualquier cosa por alimento y que le gusta verme con casi 500 kilos de existencia. No sé, igual no veo bien y estoy adolorido. ¿Que soy un animal salvaje? ¿Qué debo aparentar ser fiero allá afuera?...Después de ese otro toro, voy yo. Estoy en una buena ubicación para tratar de ver lo que sucede allá afuera...
... Sino funesto. Vi lo que le hicieron. No me digas que terminaré atacado por un hombre montado a caballo, ese al que llaman picador; que él me clavará una lanza en mi terso lomo para ser víctima fácil de ese ángel de la muerte llamado torero. No me digas que mi piel, músculos y tejidos terminarán rasgados por los banderilleros hasta que me den el tiro de gracia en la nuca y me arrastren como símbolo de triunfo por todo el ruedo.

¿Y todo eso es una fiesta, es una feria? ¿Cómo se llama?...
... Señor de los Milagros...
Otra vez tú. ¿Quién eres para torturar a los de mi raza? ¿Quiénes son esos que aplauden? Deben ser aquellos que solo en octubre se rasgan las vestiduras, van a misa y se visten de morado para una fiesta de la que los demás meses del año no se acuerdan. Esa es su tradición, la misma que hace que cada año muera uno como yo en Acho... Así se llama... ¿No?... Los españoles la trajeron. Mala hora su llegada. Mientras en ese lugar muchos tragarán turrón, yo tragaré sangre.Y el principal auspiciador es un tal Cristo Moreno. Sí, la feria se llama Señor de los Milagros. No entiendo. Si ellos dicen amar a Dios, amar la vida; ¿Por qué siguen permitiendo esta masacre? Claro, qué esperar, si ellos siempre bendijeron los sacrificios. Ellos son los que con paso firme de buen cristiano quieren hacer más grande a su Perú, los que permiten la existencia de esta inquisición.

Entiendo mi condición en la naturaleza. Sé que formo parte de un ciclo de vida. Pero en este espectáculo indigno, ellos pagan su entrada para verme morir. Rompen con ese ciclo. Vienen a gritar “ole”, aplauden al apretado torero que se llevará miles de dólares, a ése que se cree “bravo” y “macho” por saber correr y escapar de unos cuernos, de otro macho.Ya no estamos en la era del salvajismo, supuestamente. El humano se puede matar, suicidar. Él razona, creo. ¿Y si volviera el circo romano, aplaudirían?...
... Ya es mi hora. Inevitablemente la muerte me espera. Sé que no soy un animal doméstico, que puedo parecer no muy manso. Sin embargo, no es justo que los que vienen detrás de mí tengan que pasar lo mismo. Quiero que este elogio a la muerte sea detenido. ¿Ya no puedo hacer nada? No lo sé, pues yo no hablo, yo no pienso; pero sufro...

...mientras ellos gritan...Oleee...en este octubre morado y sangriento...

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